Cortisol, la hormona del estrés

Las hormonas son como mensajeros que el cerebro utiliza para desencadenar acciones en nuestro cuerpo. Cuando se produce una situación de alarma y estrés, nuestro cerebro envía un mensaje para que se libere cortisol. El cortisol hace que el organismo libere glucosa a la sangre para enviar cantidades masivas de energía a los músculos.

Por lo tanto si tuviéramos que salir corriendo delante de un León, este cortisol nos haría correr como superhumanos, no sentiríamos dolor y tendríamos una fuerza que nos podría parecer supernatural.

El principal problema hoy en día, es que cualquier amenaza, discusión, problema a resolver se nos presenta a nivel mental con la misma intensidad que si nos persiguiera una fiera salvaje, incluso a veces, un pensamiento de temor, la espantosas noticias que vemos en la televisión que nos infunden un pánico existencial que provocan esa misma ansiedad y por lo tanto una subida de cortisol. Incluso cuando nos enfadamos o tenemos un episodio de miedo irracional esta hormona nos invade y tarda ni más ni menos unas 5 horas en desaparecer de nuestro sistema.

En situaciones normales las células de nuestro cuerpo utilizan el 90% de la energía en actividades como: Reparación, Renovación, Formación de nuevos tejidos Si la situación de estrés es puntual, una vez superada la emergencia, los niveles y los procesos vuelven a la normalidad.

Cuando nuestros niveles de cortisol son elevados por varios meses o varios años esto produce daños bastante graves en nuestro cuerpo. Afecta al sistema inmunológico, la fertilidad y los huesos, la microbiota y en general toda nuestra bioquímica corporal. Los niveles altos de cortisol también producen pérdida de memoria, niebla mental y ciertos tipos de diabetes, llegando a destruir tejidos, proteínas musculares, ácidos grasos, incluso no permitiendo la entrada de glucosa a otros tejidos.

Cuando hay mucho cortisol en nuestro sistema, nuestro cuerpo tiende a almacenar grasa en ciertas áreas, especialmente alrededor del abdomen, con ello un aumento de peso, el famoso flotador de la cintura que puede acabar influyendo en nuestra autoestima y cómo vemos y apreciamos nuestro cuerpo. Con el exceso de grasa pueden aumentar los niveles de insulina en sangre y los antojos de azúcar, que generan más insulina aún, creándose una especie de círculo vicioso.

Muchas personas que atraviesan un episodio de estrés, ya sea laboral, personal o financiero, utilizan la comida como calmante de sus males, es decir, ingieren grandes cantidades de alimentos, generalmente ricos en hidratos de carbonos y grasas, como la bollería industrial, dulces variados, pan, arroz y pasta, Esto ayuda momentáneamente a “desconectar” del problema que están viviendo, ya que la glucosa genera una sensación química de bienestar en el cerebro, que aunque dura poco, suele ser bastante satisfactoria cuando se consigue.

SÍNTOMAS DE NIVELES ELEVADOS DE CORTISOL

PAUTAS PARA CONTROLAR EL CORTISOL

La primera pauta para controlar los niveles de cortisol en nuestro organismo, es llevar una alimentación adecuada a cada persona, en base al índice de actividad física realizada, en base a su edad metabólica y estilo de vida.

Una alimentación rica en vitaminas, minerales, proteínas de alta calidad, ácidos grasos esenciales, etc.

Una alimentación rica en triptófano, aminoácido que estimula la producción de serotonina, la hormona del bienestar.

Tomar alimentos como los mejillones, las almejas, los calamares, etc. ricos en zinc, que participan en la producción de hormonas esteroides como el cortisol.

Tomar té verde, que contiene L-teanina, que mejora la producción de ondas alfa del cerebro.

Evitar alcohol y las sodas. Eliminar el aspartamo (edulcorante artificial), puesto que estimula en exceso el funcionamiento de las glándulas suprarrenales.

Eliminar picos de glucosa en sangre, para reducir la resistencia a la insulina y por tanto subidas espontáneas del cortisol. y estilo de vida.

Hacer ejercicio regularmente, de acuerdo a la forma física y edad de cada individuo, meditar, y practicar técnicas de relajación.

Por último, es importante dormir y descansar bien para que nuestro cuerpo ponga en marcha el mecanismo de renovación y recuperación celular.

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